A menudo se comenta en las televisiones y en los foros de Internet que un luchador de MMA lo haría bien si se enfrentara a tal o cual boxeador (normalmente un campeón, tiene que ser alguien conocido).
Ello deviene del abuso al que puede venir sometiendo a sus rivales durante un tiempo más o menos prolongado.
Así, por ejemplo, tenemos a Anderson Silva, que tiene largas extremidades y reflejos de gato y basa su estrategia en el golpeo desde sus distancias, que son la larga y el clinch.
Cuando Anderson tiene un buen día y se dedica a pelear (hay días que ataca y otros que simplemente se limita a esperar a que sus cautos oponentes se decidan a atacar, ofreciendo basuras de espectáculo de 25 minutos, ya que acaban en decisión de los jueces y sin que el espectador haya visto nada bueno), ataca y destruye a sus rivales con exagerada superioridad.
Cuando Anderson tiene un buen día y se dedica a pelear (hay días que ataca y otros que simplemente se limita a esperar a que sus cautos oponentes se decidan a atacar, ofreciendo basuras de espectáculo de 25 minutos, ya que acaban en decisión de los jueces y sin que el espectador haya visto nada bueno), ataca y destruye a sus rivales con exagerada superioridad.
Pues bien, salvo contadas excepciones, lo normal es que los luchadores de un cierto deporte, que entrenan sujetos a las reglas de la competición de que se trate, con sus limitaciones y sus estipulaciones de tiempo, acaben masacrados cuando se meten en un deporte diferente.